Disponer intérpretes de lengua de signos en Infantil y Primaria no es una buena idea

Dos de las investigadoras sordas más prestigiosas en Europa, Annelies Kusters, de la Universidad Heriot-Watt en Reino Unido, y Hilde Hauland, de la Universidad Metropolitana de Oslo en Noruega (ver aquí) afirman que disponer de intérpretes de lengua de signos en los niveles educativos de Educación Infantil y Primaria no es una buena idea. Además, otros/as investigadores/as de las universidades de Boston, Rochester y North Carolina (en Estados Unidos) creen que los profesionales de interpretación en lengua de signos podrían estar contribuyendo a la privación lingüística de las niñas y niños sordos de forma directa o indirecta (puedes conocer qué es la privación lingüística en este artículo y ver una infografía aquí).

Los/as investigadores/as dejan claro desde el principio que valoran la importancia de los profesionales de interpretación en lengua de signos e incluso consideran inestimable su trabajo para la accesibilidad en algunos espacios, como los servicios públicos o las telecomunicaciones, pero creen que es necesario evaluar su impacto en los países en los que se ha normalizado la prestación de sus servicios.


Consecuencias negativas

A lo largo de estos artículos (fuentes abajo), los/as investigadores/as analizan la evidencia científica y basan sus conclusiones en experiencias en Noruega, Bélgica y Estados Unidos, aunque muy probablemente dichas experiencias puedan aplicarse a otros países como España.

Las consecuencias de incorporar intérpretes de lengua de signos en las aulas de Infantil y Primaria podrían ser las siguientes.

1. Cuando las familias demandan una educación en lengua de signos para sus hijos/as o una evaluación lo considera necesario y reciben a cambio intérpretes de lengua de signos en "aulas inclusivas", lo que realmente puede estar indicando es la falta de maestros/as y otros profesionales educativos competentes en lengua de signos. Recurrir en estos casos a intérpretes de lengua de signos perpetúa una situación que no es idónea: la carencia de profesionales docentes adecuados o la inexistencia de una oferta de educación bilingüe en lengua de signos y lengua oral.

2. Existe el riesgo de que, precisamente ante la falta de profesionales docentes cualificados, los/as intérpretes de lengua de signos asuman tareas que suelen corresponder a los primeros a pesar de no tener ninguna formación pedagógica en la mayoría de los casos, por ejemplo, explicando conceptos al alumno/a sordo/a.

3. La presencia de intérpretes puede sacrificar otros aspectos importantes, como la participación en el aula o el acceso a la información visual. Así, los/as alumnos/as sordos suelen colocarse en el aula de manera que puedan ver mejor al intérprete, pero esto dificulta la interacción informal con sus compañeros oyentes. Ademas, el profesorado casi nunca da tiempo suficiente para que el alumnado sordo pueda ver cualquier tipo de representación visual (por ejemplo, en la pizarra) y, de nuevo, mirar al intérprete. Es decir, la información visual se vuelve prácticamente inaccesible.

4. Cualquier niño/a aprende mejor una lengua y se beneficia de la inmersión en grupos de niños/as del mismo idioma. Por ello, la interación a través de intérpretes no puede sustituir esta comunicación directa con sus compañeros/as. Además, en el caso de las niñas y niños sordos, no hay evidencia científica de que los/as intérpretes de lengua de signos puedan satisfaccer por sí mismos las necesidades en su desarrollo lingüístico y, por lo general, no están cualificados/as para la enseñanza de lenguas o no tienen autoridad para ello.

5. La habilidad de los/as intérpretes de lengua de signos es variable, con frecuencia su nivel de dominio de la lengua de signos no es suficiente para ofrecer una interpretación de calidad. Estudios en Estados Unidos muestran que el trabajo de interpretación en estos niveles tiene una alta tasa de error (entre el 26% y el 58% en los primeros tres minutos), tasa de error que probablemente será mayor debido a la fatiga física y mental de trabajar varias horas seguidas, ya que la mayoría de los/as intérpretes trabajan solos y sin oportunidad de ser relevados/as por otro/a intérprete.


Contribuyen a la privación lingüística

Si un niño o niña sorda se encuentra en riesgo de privación lingüística por no tener acceso natural a una primera lengua un entorno rico y de calidad, la dependencia exclusiva de un intérprete de lengua de signos para la adquisición de la primera lengua puede prolongar el periodo de privación lingüística y empeorar los resultados.

Recordemos que la situación idónea es que su escolarización cuente con los recursos humanos y materiales necesarios, por lo que disponer de intérpretes de lengua de signos en Infantil y Primaria no solo es inacuado sino que puede impedir que se hagan esfuerzos educativos para proporcionar a los/as niños/as sordos/as los recursos que necesitan para la adquisición del lenguaje, alargando el tiempo que pasan en un entorno lingüístico empobrecido, a veces indefinidamente. De esta manera, los/as investigadores/as afirman que las familias y adminstraciones educativas pueden estar recibiendo una falsa "ilusión de inclusión"

Por todo ello, los/as cinco investigadores/as coinciden en que la escolarización de alumnado sordo en centros ordinarios con el único apoyo de servicios de interpretación en lengua de signos se encuentra en clara contradicción con el espíritu de la inclusión educativa referido por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU.

La tendencia de "incluir" a los estudiantes sordos a través de intérpretes es desconcertante, ya que el acceso mediado a la educación contradice claramente el espíritu de inclusión que pretende la mayoría de la legislación, por ejemplo, la Ley de Educación para Personas con Discapacidad [en Estados Unidos] y la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Caselli, Hall y Henner, 2020)


Entonces, ¿qué se puede hacer?

Los/as investigadores/as insisten en dejar claro que no abogan por limitar el acceso a la lengua de signos, sino limitar el uso de intérpretes de lengua de signos cuando son necesarios otros recursos basándose en el argumento de "algo mejor que nada", ya que los/as intérpretes no deben sustituir la necesaria intervención para prever la privación lingüística.

Por su parte, los/as investigadores/as de las universidades americanas consideran que lo que debería hacerse es:

1) Evaluar adecuadamente a las niñas y niños sordos/as sobre el riesgo de privación lingüística.

2) Identificar las necesidades detectadas de dicha evaluación.

3) Proporcionar los servicios o entornos que satisfagan estas necesidades.

En algunas situaciones, en lugar de servir a la "inclusión" o a la "accesibilidad", la interpretación de lengua de signos puede convertirse en una cortina de humo o un velo que oculta las barreras lingüísticas, la desigualdad lingüística y la falta de concienciación de los responsables de los servicios. Obviamente, la cuestión de la diversidad lingüística y la desigualdad es más amplia que la interpretación de la lengua de signos (De Meulder y Hauland, 2021).




Fuentes:

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